Miami – A Benjamín Gil le preguntaron antes del juego contra Puerto Rico cómo podía describir el impacto que había causado Randy Arozarena dentro del combinado mexicano, no sólo por lo hecho en el terreno, que le valió el título de Jugador Más Valioso del Grupo C, sino por su personalidad y presencia en el clubhouse.

“Sé que es un jugador muy querido en toda la Florida, y aquí en Miami, pero creo que es más querido ahora en México”, respondió Gil. “Y sí, tiene una personalidad infecciosa. Es una estrella, un personaje. Como el Chavo del 8 del béisbol de México. Es el personaje, creo, preferido de todo México y de todos los mexicanos en la actualidad”.

Y eso fue antes de que Arozarena tomara dos boletos, anotara una carrera y –por sobre todas las cosas — hiciera esa atrapada corriendo cerca de 100 pies y casi chocando contra la pared en la parte alta del 8vo inning para robarle un extrabase a Emmanuel Rivera y una carrera a Puerto Rico, una rayita que hubiese empatado la pizarra a cinco. Fue un engarce clave en la victoria 5-4 de México que los envió a semifinales del Clásico Mundial de Béisbol.

¿Qué tan importante fue la jugada? “Nos mató”, reconoció el manager de Puerto Rico, Yadier Molina.

Randy Arozarena

“Sumamente importante, el corredor ya había pasado segunda”, mencionó Gil, antes de tirar otra de las suyas. “Es más, si el tiro lo hace al cortador, hubiera sido dobleplay… pero, pues, está bien, se vale que se emocione un poquito también”.

Naturalmente, a Gil le preguntaron después del triunfo a qué estatus había que subir ahora el cubano naturalizado mexicano después de hacer un lance que — en palabras del propio manager — era no sólo la mejor jugada en la historia del béisbol, sino “del deporte mexicano”.

Arropado con una bandera de México, el dirigente no se guardó nada.

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