‘La cabra’, se escucha decir a Tokischa Altagracia Peralta al inicio de una de sus sesiones de freestyle, lo más cercano que ha estado de la narrativa de un disco en forma. Los sustantivos no son palabras al aire. Para la introducción de una serie de rimas -a veces improvisadas y a veces escritas con antelación- que muestran su perfecta capacidad para sorprender en el mundo de la música, la artista dominicana decidió describirse en tercera persona. No se trata tampoco de aseveraciones negativas, sino todo lo contrario. Para alguien a quien las críticas le han llovido a granel, autodefinirse parece una labor complicada que en sus manos resulta más un poderoso motor para un empoderamiento que se antoja tan necesario como lo virtuoso que es.
Definir a Tokischa (artista originaria de República Dominicana) como ‘provocadora’ o ‘disruptiva’ a estas alturas de la vida parece ya no ser tan acertado. Con 27 años de edad y poco más de un lustro de carrera artística, la identidad que ha logrado construir es más una reafirmación de su talento que cualquier otra cosa que se le quiera impugnar. Las controversias son de conocimiento general y, si se piensa con cabeza fría, son resultado de una heróica labor por expresar una verdad propia y por generar un arte cuyo valor radica en la honestidad de su autora.